Leo el nombre de Laureano Gaitán - Gaitán y pienso en
monstruos mitológicos, en grifos, quimeras o perros de tres cabezas. Pienso en
El Frente Nacional y en micorrizas. Pienso en como la clase dirigente de este
país ha logrado mantenerse en el poder gracias a su plasticidad y a su absoluta
falta de valores. Papa, patata, liberal, conservador.
Ornamento, la nueva novela de Juan Cárdenas, narra de
manera anamórfica esta historia, es una novela que funciona como un espejo que
refleja una realidad distorsionada. Es una novela política pero curiosamente
para nada aburrida, la prosa de Cárdenas es escueta y va a lo que va, sin
regates sin ampulosidad. Una novela que se deja leer de corrida.
Tenemos tres personajes principales, las tres cabezas del
monstruo. Un científico que está haciendo pruebas en una nueva droga
experimental, una droga que sólo actúa sobre mujeres y cuyos efectos son
cercanos al orgasmo. Su esposa, una artista plástica de renombre que está a
punto de inaugurar su nueva exposición pero que se ve en una crisis creativa y
una joven madre soltera que se cruza en sus vidas porque entra como voluntaria
a hacer pruebas para la nueva droga. Esta mujer completará el triángulo metafórico
en donde se reflejan los partidos políticos y la nueva clase de
narcotraficantes. El científico en una parte de la novela no titubea al
declararse como narco: ‘‘Porque eso es, al fin y al cabo, lo que somos: narcos,
como los de las películas. Guacherna, todos somos guacherna’’. La guacherna que
prolifera como mala hierba en un país en donde sólo suena ‘‘la balada romántica
del conflicto bipartidista’’. Un conflicto de ‘‘dos viejos partidos políticos
que se aman en secreto’’ porque son el mismo.
La novela está narrada en primera persona, aunque el
narrador cambia de la voz del científico a la voz de número 4 (la joven
voluntaria). Es verdad que la novela maneja cierto realismo sin embargo por
momentos tenemos pequeños destellos de surrealismo que crean cierta perplejidad
en el lector, una sensación de incertidumbre con respecto a lo que está
pasando. Este juego le da a la narración un toque fantástico poco usual en la
narrativa realista colombiana. De hecho, esa etiqueta es desafortunada, porque
la novela de Cárdenas juega con los estilos, los cruza, quizás debido a que
carece de alguno o esa es su tentativa.
Es un placer leer páginas como estas, tan abiertamente
comprometidas y al mismo tiempo tan libres de ataduras. Quizás deberíamos
hacerle caso a número 4 y liberarnos de las rejas de la educación y leer
Ornamento sin intentar descifrarla.
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